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lunes, 9 de diciembre de 2013

Terturlianos: la voz de su amo

Los tertulianos nos enseñan a quien debemos odiar y a quien debemos amar . No puedo generalizar, pero el tertuliano promedio que participa en debates televisivos, ha dejado de pensar por su cuenta para convertirse en la voz de su amo. ¿Qué es lo que los convierte en baluartes de un sistema que no funciona? Habría que citar a Gabriel Aresti para responder a una pregunta que para muchos es obvia: "Solo hay una cosa que no se compra con dinero, el dinero".  Está claro que no solo hay cierta afinidad ideológica y un intento de de codearse con las altas esferas, sino que hay un interés económico personal y una predisposición a recibir favores y protección del estado y de otros grupos de poder. 


La lealtad de muchos periodistas que aparentan ser la voz del pueblo se convierte en una forma de vida a costa del sistema y de todos nosotros. Eso se traduce en apariciones fugaces televisivas y radiofónicas, artículos de opinión por encargo, participación en spots publicitarios y actos públicos a cambio de grandes sumas de dinero a veces del erario público. Aunque los tertulianos se atreven a defender lo indefendible, gracias al marketing, el poder ha conseguido que estos individuos se conviertan en un ejemplo de ciudadano modelo a imitar, cuando en realidad la población debería repudiar su conducta infame y arribista. Yo echo de menos en ellos la honestidad cínica de Groucho Marx que afirmaba sin ningún rubor: "Yo tengo mis principios y si no le gustan tengo otros."


Lamentablemente los medios de comunicación en España están muy politizados y las tertulias sobre política no guardan relación con un debate de diferentes posturas ideológicas enfrentadas sino mas bien con la técnica Brainstorming; el torbellino de ideas de un grupo de tertulianos afines al régimen y en muchos casos al partido gobernante. Sus opiniones no buscan soluciones a los problemas de los ciudadanía y del país sino apuntalar al régimen corrupto y responsable de la crisis, demorando su caída. Detrás de esa algarabía de gritos, exabruptos, interrupciones recíprocas con las  que nos brindan en sus tertulias, se esconden personajes que juegan al juego del  "y tú mas", que se cuelgan medallas cuando se atreven a realizar alguna crítica al poder pero cuya pretensión no es mas que ser una salsa  que disimule un plato de comida en mal estado, que nadie en su sano juicio se tragaría.


El tertuliano español promedio es el fiel reflejo del español de siglos atrás, incansable inquisidor de cualquier amenaza al orden establecido, mostrándose gozoso ante cualquier caza de brujas que se presentaba y que hacía hincapié en su condición de "cristiano viejo", con la intención de hacerse oír y de ganarse el respeto de todos mientras a escondidas se dejaba cegar por el deslumbrante brillo del dinero. No hay mas.

Les dejo la discusión acalorada entre dos tertulianos (Isabel San Sebastian  José María Calleja) jugando con la audiencia para que vea quien es el mas "cristiano viejo" de los dos.  Un ejemplo del mucho ruido y pocas nueces que representa la típica tertulia televisiva y que termina convirtiéndose en una hoguera de vanidades.



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